El glifosato (N-fosfonometilglicina) fue introducido en los años 70 como un herbicida revolucionario por su capacidad de eliminar casi cualquier planta. Su acción se basa en inhibir la enzima EPSPS (5-enolpiruvilshikimato-3-fosfato sintasa) de la ruta del shikimato, fundamental para la síntesis de aminoácidos aromáticos en plantas, bacterias y hongos.
Lo que en agricultura fue considerado una ventaja por su amplio espectro se convierte en un problema cuando pensamos en el cuerpo humano: nuestra microbiota intestinal también depende de esta ruta. Así, aunque el glifosato no afecta directamente nuestras células (que no usan el shikimato), sí puede alterar la comunidad microbiana que constituye la base de nuestra salud digestiva.
La controversia científica
El debate sobre el glifosato es uno de los más intensos en toxicología moderna:
• OMS/IARC (2015): lo clasificó como “probablemente carcinogénico en humanos” (Grupo 2A)
• Agencias como EPA (EE. UU.) y EFSA (Europa): sostienen que, usado según normativa, no hay evidencia suficiente de carcinogenicidad en humanos.
¿Cómo se explica esta discrepancia?
• La IARC evalúa la “peligrosidad intrínseca” (si puede causar cáncer bajo alguna circunstancia).
• La EFSA/EPA evalúa el “riesgo” (si lo hará en condiciones reales de exposición).
La realidad es que, aunque la población general recibe dosis bajas, la exposición crónica, combinada y en poblaciones vulnerables sigue siendo un punto ciego en la investigación.
Evidencia sobre el intestino

Más allá del cáncer, la evidencia más consistente está en el impacto gastrointestinal:
• Disbiosis: el glifosato altera la composición bacteriana intestinal, reduciendo Lactobacillus y Bifidobacterium mientras permite proliferación de bacterias resistentes.
• Inflamación: en estudios con roedores, se observan incrementos en citocinas proinflamatorias (IL-6, TNF-α) y cambios en la histología de la mucosa colónica.
• Estrés oxidativo: se han descrito aumentos de especies reactivas de oxígeno y daño lipídico en enterocitos y hepatocitos.
• Barrera intestinal: algunos reportes sugieren debilitamiento de uniones estrechas (occludina, ZO-1), lo que puede favorecer la permeabilidad intestinal aumentada.
Estos efectos son particularmente preocupantes porque el intestino no es solo un órgano digestivo: es la principal interfaz inmunológica y un regulador del metabolismo sistémico.
Impacto social y ambiental

El problema del glifosato va más allá de la salud individual:
• Residuos en alimentos: se han encontrado trazas en cereales, frutas y agua potable en distintas regiones del mundo.
• Resistencia de malezas: su uso intensivo ha generado “supermalezas”, llevando a aplicar más dosis o mezclas con otros herbicidas.
• Contaminación ambiental: se acumula en suelos y aguas, afectando organismos no diana.
Este contexto genera un círculo vicioso: para sostener la productividad agrícola se usa más glifosato, pero a costa de ecosistemas y posiblemente de la salud intestinal de la población.
Fitofórmulas: un enfoque opuesto

Si el glifosato simboliza la toxicidad de una molécula diseñada para romper la vida, las fitofórmulas representan el uso de múltiples compuestos para restaurar y proteger.
• Microbiota: mientras el glifosato reduce bacterias beneficiosas, polifenoles como las catequinas y el ácido clorogénico funcionan como prebióticos, aumentando la abundancia de Bifidobacterium y Lactobacillus.
• Barrera intestinal: frente a la permeabilidad inducida por tóxicos, compuestos como la caléndula refuerzan las tight junctions y mejoran la integridad epitelial.
• Inflamación y oxidación: a diferencia del ROS inducido por herbicidas, polifenoles como el ácido fúlvico activan rutas endógenas antioxidantes (Nrf2, HO-1, NQO1).
Ciencia y filosofía de la seguridad
La comparación es clara:
• El glifosato es una molécula ajena al metabolismo humano, diseñada para interrumpir procesos microbianos.
• Los compuestos de las fitofórmulas son metabolitos vegetales evolutivamente presentes en la dieta humana, reconocidos y procesados por nuestras enzimas y microbiota.
Esto no significa que “lo natural” sea automáticamente seguro (toda fitofórmula requiere estandarización analítica, control de contaminantes y validación preclínica) , pero sí implica que estamos trabajando con moléculas compatibles con la biología humana, no contra ella.
Vital Gut: ciencia aplicada contra la toxicidad silenciosa

En Elevaté creemos que la mejor respuesta al impacto de sustancias sintéticas como el glifosato es apostar por formulaciones basadas en ciencia y naturaleza. Con este principio nació Vital Gut, una fitofórmula diseñada para proteger el ecosistema gastrointestinal y restaurar el equilibrio en tres niveles clave: microbiota, mucosa intestinal y respuesta inflamatoria.
Ingredientes con roles complementarios
• Shilajit (Asphaltum punjabianum): rico en ácido fúlvico, modulador mitocondrial y antioxidante capaz de reducir peroxidación lipídica y apoyar enzimas defensivas (SOD, catalasa).
• Chaga (Inonotus obliquus): hongo adaptógeno con betaglucanos e inotodiol, que fortalece la inmunidad y regula la inflamación intestinal.
• Bayetilla (Hamelia patens): fuente de catequinas y flavonoides con efecto antiinflamatorio, antioxidante y modulador de la microbiota.
Evidencia preliminar de seguridad
Para garantizar un desarrollo basado en evidencia, evaluamos Vital Gut bajo dos aproximaciones complementarias:
1. In-silico
• Bases como ChEMBL y canSAR.ai mostraron que sus fitoquímicos clave (ácido clorogénico, catequinas, ácido fúlvico, α-cadinol) presentan baja citotoxicidad en células no tumorales.
• Se observó además un potencial anticancerígeno en líneas tumorales, lo que sugiere que la fórmula podría tener un perfil de ventana terapéutica: proteger células sanas mientras modula vías pro-apoptóticas en células malignas.
2. In vitro
• En fibroblastos humanos HFF-1, Vital Gut no mostró citotoxicidad ni alteraciones morfológicas hasta 1000 μg/mL.
• Estos resultados indican un perfil de seguridad preliminar y respaldan la viabilidad de avanzar hacia ensayos más específicos en líneas intestinales normales y organoides GI.
Para más consulta el sitio ¿Qué es una fitofórmula?
Lo que diferencia a Vital Gut es que no busca actuar sobre una sola diana, sino restaurar el ecosistema intestinal en red:
• Microbiota: polifenoles y betaglucanos con efecto prebiótico, apoyando bacterias beneficiosas.
• Mucosa intestinal: flavonoides y triterpenos que refuerzan uniones estrechas y promueven reparación epitelial.
• Inflamación y oxidación: activación de Nrf2 y regulación negativa de NF-κB, equilibrando citocinas proinflamatorias.
En conjunto, estos mecanismos convierten a Vital Gut en una contrapropuesta científica y natural frente a contaminantes como el glifosato: una fórmula que no destruye, sino que protege, modula y regenera.
👉 Te dejamos el video de Pepe hablando sobre glifosato:
El glifosato y las Fitofórmulas representan dos filosofías químicas enfrentadas: una molécula que destruye vida vegetal y microbiana para sostener un modelo agrícola intensivo, frente a combinaciones de moléculas vegetales diseñadas para nutrir, modular y proteger la vida intestinal.
El futuro de la salud no está en eliminar, sino en integrar con inteligencia y evidencia científica.
Referencias:
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